Galería Praxis Ciudad de México 1997
Los códices mesoamericanos son genealógicos, de tributos, de sucesos notables y mitológicos. Aparte del valor histórico, la belleza de algunos de ellos perdura. Se impone el sintetismo, los signos comunicativos establecidos, la grandeza para crear, desde la creación misma, un sistema de expresiones. La grandeza mediante la forma y la caligrafía. En ellos se han basado numerosos artistas contemporáneos para expresar sus sentimientos, su necesidad comunicativa y su deseo simplemente de ser. Extrayendo elementos viejos-nuevos códices, Gabriela Rosado basa su obra de arte en numerales, formas sublimadas de árboles, secuencias animadas, flores, casas y chozas con miembros humanos desollados, diseminados y vueltos a construir en superficies cromatizadas. En sus trabajos no se sabe qué más admirar, si el manejo o invento del color y lo matizado arriesgado y sensual resultado final.
El fin-final premonitorio. El gato y el garabato,. Expresiones que obedecen a la búsqueda permanente de los artistas con juicio e inteligencia.
Gabriela pinta árboles de la vida que son muerte en fondos iluminados con ciento un mi colores del rosa al violeta combinados con blanco y verde trigonométrico. Superficies terrosas diluidas en y con el color. Pueden ser o no ser reconstrucciones inventadas de lo que tal vez fue o lo que jamás sucedió. Son pretextos para que ella vaya estructurando sus edificios estéticos, sus formas concebidas, pretendidas, mejor, de sensualidad y de pasión. Ella hace pintura y nada más. Y cada una de sus pinturas con obviamente su alter ego.
Retrato imaginario, idealización de cosas y pensamientos siempre de lo insólito. Todo dicho con formas que pueden ser reconocidas como secuencia del códice. Pero hasta ahí. Su inquietud la ha llevado a metamorfosear y transfigurar el sentimiento de la vida y de lo otro y las preocupaciones al respecto. Un halo poético se halla en el fondo y en la esencia de estos cuadros cuadriculados, inmersos en diálogos silentes y en teoremas existenciales.
Gabriela es pintora de la luz del artificio, que no la real de la realidad banal. Gabriela entona himnos sacros con sus reinventos del códice, gato y garabato. He ahí la razón de ser del arte tan individual y subjetivo. Admiro esta creación por la misma sin razón originaria. Las grandes creaciones son eso precisamente. Su arte es meteorito de sombras y la luz es luz del insomnio. Poesía caligráfica.
Texto de Alfonso de Neuvillate. Cuidad de México 1997.